Llegó el momento de educar para un mundo más humano

Mi querido alumno P. jugando a «El indio ciego» donde escuchar a los demás, el respeto y la paciencia se ponen a prueba.

Actualmente estoy trabajando en un proyecto europeo sobre educación en valores entre varios países y si comparamos la “respuesta a la pandemia” de los países cuyos sistemas educativos ensalzan unos valores u otros se dan algunas conclusiones interesantes. Y no me refiero a la respuesta política, sino a la de los ciudadanos. 

Ya era necesario antes pero esta tragedia ha puesto de manifiesto que tenemos que educar para un mundo en el que vamos a tener que ayudarnos entre todos, en el que las prioridades ya han cambiado y en el que los lujos superfluos volverán a ser eso: lujos superfluos (y eso es bueno).

Un mundo en el que una sociedad acostumbrada a ayudarse mutuamente, y a cuidar al vecino del 5º, será más feliz y estará preparada para cualquier situación.

Llevamos años viendo programas educativos totalmente alejados del ser humano y donde valores como el aprecio, el cuidado, la compasión, la colaboración, la comunidad, el compromiso, la determinación, la empatía, la igualdad, la equidad, la imparcialidad, la generosidad, la gratitud, la honestidad, la humildad, la inclusión, la integridad, el trabajo significativo, el compañerismo, la responsabilidad, el respeto, el servicio, la solidaridad, la vulnerabilidad… han pasado a un segundo plano mientras se refuerzan corrientes que refuerzan el individualismo “cuidate tú, quiérete, lo primero eres tú, céntrate en ti”… y claro, eso crea confusión en muchos niños pero en adultos también. 

Los que hemos estado media vida en el mundo del voluntariado sabemos que la mejor forma de ayudarte es ayudar a los demás. 

Muchos de estos en España ni siquiera los consideramos “valores” mientras tenemos países como Finlandia en el que tienen 16 palabras diferentes para referirse a un único valor. 

Si nos fijamos en los niños, son seres justos, son los primeros en querer combatir las injusticias y en compartir lo que tienen. Es el mundo adulto y el sistema educativo lo que los aleja de esa forma de ser. 

Así  que esto puede ser una gran oportunidad para replantearse todo.

Nadie tiene los valores tan claros como los niños, solamente hay que escucharles tras plantearles un problema, sin intervenir, y salen cosas como esta:

  • “Hay problema con los ratios y las aulas”… ¿y por qué tienen que estar en un aula? 
  • «Con tanta norma de higiene no va a dar tiempo a lo demás»…  ¿qué hay más importante que aprender a vivir?

etc, etc… 

¿Cómo podemos hacer todo eso? pues permitiéndoles ser y prestando atención.

 

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